- Al principio, los 10 años que Pinal le lleva a Guzmán no fueron impedimento para su romance y posterior matrimonio; sin embargo, con el paso del tiempo, fue el tema por el cual se originó la violencia física y psicológica contra la actriz del Cine de Oro hasta que decidió finalizar su relación.
Redacción
Dos super estrellas mexicanas del cine, la televisión y la música estaban destinadas a unirse, no había otra manera, otro camino y no importaba el resultado de esta relación, pues no se puede negar lo que ya está escrito.
Silvia Pinal conoció a Enrique Guzmán cuando el rocanrolero asistió al programa “Los especiales de Silvia Pinal”, transmitido por Televisa, a mediados de la década de 1960, cuando ella era una de las primeras actrices del cine mexicano gracias a sus destacadas participaciones en la Época de Oro.
Aunque la historia cuenta que hubo un “flechazo” de inmediato, en varias ocasiones Pinal aseguró que no, pues no le “encantaban” del todo los 10 años de diferencia que tienen, ya que eran una enorme barrera entre ellos. Sin embargo, su voz y los momentos románticos hicieron que el intérprete de “La Plaga” conquistara a una de las mujeres más bellas de aquellos años.
En una entrevista con Gustavo Adolfo Infante reveló que Guzmán era un “mano larga”, pues durante varios encuentros y cenas que tuvieron, el cantante la buscaba por debajo de la mesa, a pesar de haber mucha gente alrededor, para tomarla de la mano, jalarla y apretarla.
Asimismo, confirmó que su romance se consumó en Acapulco, Guerrero, y desde ese momento le llovieron las críticas por la diferencia de edades entre ambos, las cuales, le llegaron a afectar en diversas ocasiones.
Por su parte, Guzmán aseguró en un programa de Historias Engarzadas que, cuando se enfermó de Hepatitis, Silvia lo iba a visitar mucho para acompañarlo y cuidarlo. Esta situación le hizo abrir los ojos y darse cuenta de que era la mujer de su vida.
Conforme pasó el tiempo, el romance creció y la brecha generacional ya no representaba un problema para la pareja. Fue así que superaron ese obstáculo y decidieron casarse en 1967 en Cuautla, Morelos, locación donde Pinal se encontraba grabando la película “María Isabel”.
Ella con 36 años y él con 25. Una pareja que parecía no tener los argumentos suficientes para prosperar, silenciaron algunas bocas. En 1968, dos enormes proyectos nacieron de esa relación. El primero fue su programa cómico y musical llamado “Silvia y Enrique”, el cual duró cuatro años al aire. Mientras que el segundo sería para toda la vida: el nacimiento de su primera hija, Alejandra Gabriela Guzmán Pinal.
La actriz reveló que “se comió la torta antes del recreo” y así fue como nació “La reina del rock”. Dos años después, en 1970, procrearon al segundo hijo del matrimonio: Luis Enrique Guzmán Pinal, quien se convirtió en músico y compositor.
Así como el destino fue juguetón para unir a estos dos personajes, también fue duro a la hora de separarlos. Su matrimonio duró nueve años y tuvo un triste y violento final debido a que Enrique Guzmán fue acusado de celoso y de ser violento con Pinal y su familia.
Según Silvia, la relación comenzó a deteriorarse por el tema de la edad. Sin importar todos los años que lo negaron, Guzmán comenzó a tener celos. En la entrevista con Gustavo Adolfo Infante reveló que le daban miedo las actitudes del rocanrolero, pues hasta la llegó a golpear.
En 2018, desde su cuenta de Twitter, Guzmán confirmó los abusos en contra de Pinal y aseguró que se lo merecía:
“Después de 50 años voy a hablar claro de lo que sucedió después de mi salida de la casa de Silvia: Una sola vez le falté al respeto a la Sra. y, ¿saben qué?, se lo mereció. ¡Yo no le he faltado el respeto a ninguna señora ¡JAMAS!, menos esa noche a la Sra. Seguramente se me hará fama de ‘golpeador’, después de 50 años lo tendré que aceptar”, escribió en diversos tuits.
De esta manera, entre comentarios fuera de lugar, polémicas, violencia, llanto y alguna infidelidad por parte del cantante de “El rock de la cárcel”, en 1976 terminó el matrimonio Pinal-Guzmán y jamás volvieron a estar juntos, a pesar de que el destino lo había planeado así. O tal vez no.