En el Día Mundial del Medio Ambiente, la líder en instalación de infraestructuras de carga para vehículos eléctricos (EV) en América Latina destacó la conveniencia de la electromovilidad para resolver problemas ambientales, pero también en la economía familiar.
Aseguró que el desarrollo de infraestructuras de carga no solo facilita el uso de vehículos eléctricos, sino que también proporciona una variedad de beneficios ambientales que son fundamentales para la sostenibilidad global y regional.
Con ello se obtiene una reducción de gases de efecto invernadero (GEI) uno de los principales beneficios de la electromovilidad.
A diferencia de los vehículos de combustión interna, los vehículos eléctricos no emiten dióxido de carbono (CO2) ni otros contaminantes nocivos cuando funcionan.
Proporciona una menor dependencia de energías no renovables, por lo que la importancia de la infraestructura de carga es crucial para respaldar la transición hacia una movilidad más sostenible, especialmente en América Latina, donde las ciudades se enfrentan a niveles elevados de contaminación. La huella de carbono se reduce significativamente gracias a la dependencia de los vehículos eléctricos de los combustibles fósiles.
Mejora de la calidad del aire, pues los vehículos eléctricos, al no producir emisiones de escape, son una solución eficaz para mejorar la calidad del aire. Al reducir la cantidad de vehículos de combustión interna en las calles se disminuyen los niveles de óxidos de nitrógeno (NOx) y partículas (PM).
Asimismo, la eficiencia energética de los vehículos eléctricos supera la de los vehículos de combustión interna, lo que significa que se consume menos energía y, por lo tanto, se reduce la explotación de recursos naturales.
Tambien hay una disminución de la contaminación acústica, pues la reducción del ruido es uno de los beneficios menos mencionados pero igualmente significativos de los vehículos eléctricos.
Los vehículos eléctricos reducen la contaminación acústica en las ciudades porque son mucho más silenciosos que los vehículos de combustión interna y eso hace que las ciudades sean más tranquilas y las personas tengan una mejor calidad de vida.
Además, hay un impacto positivo en la economía familiar, toda vez que el costo por kilómetro recorrido en un vehículo eléctrico es aproximadamente un 50% más barato que en un automóvil de gasolina.
Además, hay un mejor cumplimiento de iniciativas ASG (ambiental, social y de gobernanza) por parte de las organizaciones, ya que la electrificación de las flotillas se está consolidando rápidamente como una tendencia indispensable para que las organizaciones enfrenten el reto de reducir su huella ambiental.