Redacción
Hace tiempo que se dice que, para perder peso, hay que evitar los alimentos ricos en carbohidratos. Pero, aunque pueda parecer contradictorio, ahora los científicos creen que las papas, con almidón, podrían ser el secreto para perder kilos. Esto se debe a que, a la hora de comer, las personas tienden a ingerir el mismo peso de alimentos para sentirse llenos, independientemente de la cantidad de calorías que contenga la comida.
Según los investigadores, quienes añaden papas -que son ricas en carbohidratos y densas- a su plato se sacian más rápido, evitando así que intenten llenarse después con alimentos más calóricos.
Las papas contienen unas 80 calorías por cada 100 g, más del doble que otras verduras, como las zanahorias y el brócoli. Pero también contienen hasta la mitad de calorías que el pan, la pasta y el arroz, cuando se consumen en las mismas cantidades.
Pero los investigadores se apresuraron a señalar que el método de cocción y preparación de la especie herbácea es importante, y que debe evitarse el consumo de su versión frita, ya que la fritura disminuye su valor nutricional.
La coautora del estudio, la profesora Candida Rebello, dietista del Centro de Investigación Biomédica Pennington de Baton Rouge (Luisiana, Estados Unidos), afirmó: “La gente tiende a comer el mismo peso de alimentos, independientemente de su contenido calórico, para sentirse llena”.
“Comiendo alimentos de mayor peso pero con pocas calorías -continuó-, se puede reducir fácilmente el número de calorías consumidas. El aspecto clave de nuestro estudio es que no redujimos el tamaño de las porciones de las comidas, sino que disminuimos su contenido calórico al incluir papas”.
La comida de cada participante se adaptó a sus necesidades calóricas personalizadas, pero al sustituir parte del contenido cárnico por papas, los participantes se sintieron más llenos, más rápido, y a menudo ni siquiera terminaron la comida. “En efecto, se puede perder peso con poco esfuerzo”, resaltó la experta.
Se cree que las papas provocan un aumento de peso, lo que puede conducir a la diabetes de tipo 2 y a las enfermedades cardíacas. Pero como el peso de los alimentos es una señal que influye en la cantidad de comida que se ingiere, los investigadores creían que los que comían el alimento de baja densidad energética -lo que significa que contiene pocas calorías por gramo- se sentirían satisfechos más rápidamente.
También creían que, si estaban bien preparadas, las papas podían tener los mismos beneficios para la salud que las legumbres, conocidas por controlar los niveles de glucosa en sangre.
Ambas dietas tenían un alto contenido en fruta y verdura y los voluntarios sustituían el 40% de su consumo habitual de carne por las guarniciones de verdura asignadas.
Los que comían papas las hervían con la piel y luego las refrigeraban entre 12 y 24 horas, ya que el proceso de enfriamiento aumentaba su contenido en fibra y reducía la respuesta de la glucosa en sangre que suelen provocar las papas. Las mismas se incorporaron a la comida y la cena, con guarniciones como puré, cuñas asadas al horno y ensaladas.
Los que comieron papas perdieron una media de 5,8 kg, mientras que los que comieron legumbres perdieron 4 kg. Y ambos grupos experimentaron mejoras en su resistencia a la insulina.
La profesora Rebello, al respecto, afirmó: “Hemos demostrado que, al contrario de lo que se cree, no afectan negativamente a los niveles de glucosa en sangre. De hecho, las personas que participaron en nuestro estudio perdieron peso”.
Y concluyó: “La gente no suele seguir una dieta que no le gusta o que no es lo suficientemente variada. Los planes de comidas ofrecían una gran variedad de platos, y demostramos que un plan de alimentación saludable puede tener opciones variadas para las personas que se esfuerzan por comer sano. Además, las papas son una verdura bastante barata para incorporar a la dieta”.