Red de Corresponsales
Este lunes 23 de agosto la Secretaría de Salud de Sinaloa, encabezada por Efrén Encinas Torres, dio a conocer que hasta el momento la entidad ha registrado cuatro casos de “hongo negro”.
A través de una entrevista con los medios de comunicación, el funcionario explicó que, de los cuatro casos, dos han terminado en fallecimiento y el otro par se encuentra estable.
Encinas Torres se sinceró y señaló que el “hongo negro” no es una enfermedad nueva en la entidad, sin embargo, los casos se agravaron durante la pandemia de COVID-19.
Además, aseveró que el “hongo negro” se presenta en aquellos pacientes que te tienen un padecimiento crónico degenerativo.
“Insisto no es para causar una alerta o alarma epidemiológica a esto es una enfermedad que tiene desde muchos años de existir, se presenta en pacientes inmunocomprometidos en los diabéticos, en los que toman inmunosupresores, etcétera”, declaró.
¿Qué es la mucormicosis?
La mucormicosis es una enfermedad angioinvasiva grave, de progresión rápida, que es muy poco frecuente en la población general. La tasa de letalidad se estima en 40-80%. En el contexto actual de la pandemia por coronavirus, la COVID-19 puede presentarse como una neumonía leve a potencialmente mortal, con co-infecciones oportunistas causadas por diferentes bacterias y hongos, entre las que puede presentarse la mucormicosis.
Se caracteriza por el infarto y necrosis de los tejidos del huésped, que resulta de la invasión de los vasos por las hifas. Las presentaciones clínicas de la mucormicosis pueden ser: rino-orbito-cerebral, pulmonar, cutánea, gastrointestinal y diseminada.
Dentro de los signos y síntomas pueden incluirse: fiebre, dolor, inflamación y enrojecimiento de la zona afectada, aparición de escaras o costras necróticas, proptosis, compromiso de la visión y el sensorio, celulitis orbitaria, oftalmoplejia, sinusitis, rinorrea purulenta, úlceras en paladar. Si la localización es pulmonar puede haber dificultad respiratoria, tos, hemoptisis y dolor pleural.
De progresión veloz, la recuperación del paciente depende de la rapidez con que se diagnostique y se inicie el tratamiento antifúngico específico (Anfotericina B), y en muchos casos es necesaria la resección quirúrgica del tejido necrótico, que puede incluir tejido óseo y ocular.