Redacción
En 1950, la apodada “Novia de México” interpretó a ‘Miguelito’, uno de sus primeros personajes en el cine mexicano.
Con tan solo seis años de edad, Angélica Hartman o Angélica Ortiz, como se conoció durante los primeros peldaños de su brillante trayectoria a la “Novia de México”, interpretó su primer papel en la pantalla grande: ‘Miguelito’.
Actuación que le abriría muchas puertas en el cine y el teatro mexicano y que demostró, a tan tierna edad, el talento que tenía para convertirse en una gran diva de América Latina.
Según narró la propia Angélica María, Gregorio Walerstein, quien entonces producía la cinta Pecado, buscaba un niño idéntico a ella para la película que protagonizarían Zully Moreno y Roberto Cañedo, y que era dirigida por Luis César Amadori. Pero Angélica no podía interpretar al infante por su género.
“Gregorio Walerstein, el más importante productor de todos, el Zar de la industria, le dijo (a mi hermana Yolanda) ‘oye, ¿no tienes un niño como ella? Porque quiero un niño para mi película, un niño con sus características”, narró Angélica durante una entrevista con el programa El minuto que cambió mi destino.
Fue entonces cuando Angélica demostró que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por tener un lugar en la pantalla: “Yo dije: ‘Córtame el pelo y hago aunque sea de niño, pero yo quiero ser artista’. Me cortó el pelo e hice la película”.
Así Angélica terminó convirtiéndose en ‘Miguelito’, un niño sumamente tierno que conmovió al público con una actuación convincente y que le garantizó una carrera sólida en el industria.
Después de Pecado, siguieron Una mujer decente, La hija de la otra, Los amantes, Fierecilla, Sígueme corazón y Mi esposa y la otra. Esta última cuenta la historia de un hombre felizmente casado y con hijos, en la piel de Arturo de Córdova, que conoce a una atractiva joven que despierta una enorme pasión en él, Marga López.
Pronto, el padre de familia debe decidir entre el placer o el amor y respeto de su esposa e hijos, entre ellos, Angélica Rivera, cuya interpretación le valió un premio Ariel por mejor actuación infantil. En ese entonces, Angélica tenía seis años.
Después de eso, todo fue cuesta arriba para la actriz infantil e incluso llegó a trabajar junto a una de las importantes figuras en el cine mexicano: Pedro Infante. Ambos trabajaron en la cinta Los gavilanes y durante la grabación, en donde la estrella del cine mexicano le auguró un brillante futuro porque “actuaba con los ojos, como él”.
En esa cinta, Angélica también debutó como cantante y posteriormente desarrolló esa faceta de su carrera de la mano de uno de los compositores mexicanos más importante: Armando Manzanero.
“Le pidió a su mamá que la acompañara a una editorial de música, para buscar temas y un nuevo sello discográfico. Ese día conoció a un pianista que deseaba dar a conocer sus temas: Armando Manzanero, quien se sentó al piano y comenzó a tocar lo que sería el primer éxito de esa mancuerna: Eddy Eddy”, se explica en el sitio web de la actriz.
El éxito de Eddy Eddy fue exorbitante. Pronto Angélica comenzó a trabajar en programas musicales de televisión y en un segundo disco de la mano del famoso compositor yucateco. En ese entonces, recibió el primer mote de su carrera: “La novia de la juventud”.
Con el tiempo, el título de Angélica evolucionó y se convirtió en “La novia de América”, gracias al periodista Octavio Alba, quien la bautizó así en 1970. En ese entonces, María ya había participado en 47 películas y era considerada la artista más importante y querida del habla hispana.
Título que conserva hasta ahora, 71 años después de aquel papel de niño curioso que interpretó de una manera magistral.