Redacción
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, adopta una posición similar al célebre personaje de “Cantinflas” que dio vida el ya finado el actor Mario Moreno, ante su obsesión de llevar a cabo una consulta popular para valorar si aplica el Estado de Derecho o no así como la confusa pregunta que se planteará dentro de dicho ejercicio social, consideró la revista inglesa The Economist.
Y lo anterior, porque desde el minuto uno de la idea del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sobre hacer una consulta ciudadana para enjuiciar a sus predecesores, se desató la polémica, dentro y fuera del país. Y es que para muchos simplemente resulta absurdo que se tenga que hacer un referéndum para llevar a juicio a los exmandatarios, cuando eso depende más de si se les comprueban los delitos o no, como a cualquier ciudadano.
“¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes, con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos encaminados a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”, dice la pregunta que será sometida a consulta el próximo 1 de agosto.
“Es una pregunta que pudo haber sido ideada por Cantinflas”, empieza un despiadado artículo de la prestigiosa publicación inglesa The Economist, “descodificado, lo que significa es, ¿debería estar autorizado para orquestar una especie de juicio espectáculo no oficial de sus cinco predecesores más recientes y sus subordinados?”, agrega.
Entonces este editorial enfatiza que López Obrador ha insistido desde siempre en que se convirtió en presidente para acabar con lo que él llama 30 años de gobiernos “neoliberales” y corruptos, responsabilizando a los cinco presidentes de esos periodos por corrupción, concentración de la riqueza, fraude electoral y una fracasada guerra contra narcotráfico que solo dejó miles de víctimas y engendró aún más violencia.
Esta idea la hizo del conocimiento público el presidente, de una manera ya más aterrizada, poco después de hacerse de la presidencia mexicana, en las elecciones de 2018.
Recurrir al voto popular para decidir si se procesa o no a alguien es una parodia del estado de derecho. La Corte Suprema, cuyo presidente se jacta de tener una relación ‘afectuosa’ con AMLO , dictaminó estrictamente que el referéndum era constitucional, pero suavizó la cuestión a su enrevesada forma actual. Lo que hace que el ejercicio sea aún más surrealista es que el presidente dice que no votará, porque no es ‘vengativo’ y no quiere detenerse en el pasado. Sin embargo, si ‘la gente’ decide lo contrario, actuará según sus deseos”, puntualiza el texto.
El medio experto en economía también refiere que este referéndum sirve a varios de los propósitos del presidente. “Le gustan los votos consultivos. Los ha utilizado para respaldar decisiones que quería tomar de todos modos”.
Por ejemplo, la consulta tendrá, afirman, una fuerza vinculante si participa el 40% del electorado y la mayoría vota a favor. De ser así, advierten, el gobierno establecerá una especie de comisión de la verdad sobre el pasado reciente. También apuntan que la votación solo confirma que, en la lucha contra la corrupción, López Obrador prefiere el teatro, que él puede dirigir, a la sustancia del asunto.
Afirman también que aunque los mexicanos están hartos de la corrupción, esta goza de buena salud en el país. Más bien, especifican, hay una regresión en el tema. Por ejemplo en el caso de los contratos públicos que en la actual administración se han otorgado de manera directa sin licitación, que representan un 81% de los casos, comparado con el 79% con Peña Nieto.